martes, 11 de diciembre de 2012

Pedir fuerzas a Quién sólo las puede dar... Jesús


Para este día (18 Noviembre 2012) todos lo esperábamos con ansias, nervios y con tantas ideas en mente de cómo podría ser el reto de subir la Ajusco: el frío, la subida, la ropa y ni qué decir de los alimentos!!! Pero listos y temerosos por lo que fuera a suceder en la subida.
Llegamos todos preparados, cada quien con su mochila equipada y llevando a cabo las debidas instrucciones por las hermanas.
Me imaginaba cómo podría ser la subida pero en cuanto íbamos tomando camino descubría que el camino sí iba a estar difícil, pues la subida era precisa y constante, es decir, no había nada plano más que grandes rocas que subía a grandes pasos; sin contar que no conocíamos el camino... Fue agitado pues necesitábamos controlar la respiración y el ritmo de la caminata.
Hubo varios momentos de descanso y en los que teníamos que contemplar que varios de los integrantes del grupo se estaban quedando atrás, por lo que teníamos que esperarlos a que nos alcanzaran y que vinieran bien. Mientras más avanzábamos, más difícil era el camino para algunos compañeros, hubo lugares en donde no podíamos pisar por el riesgo de regresar abajo en un resbalón. Y he ahí el apoyo de los que iban más adelante: estuvieron para ayudarnos a pasar esos trozos de camino difíciles.
De mi parte soporté el camino por el apoyo del grupo, pues siendo una pequeña multitud, me entusiasmó que todos siguiéramos un mismo camino, al mismo paso y con el mismo objetivo.
Hubo momentos en los que necesitamos la ayuda del compañero de lado (tanto en la subida como en la bajada) y ahí estuvo para tender la mano y seguir el camino; o para dar compañía, como lo fue en el caso de Hugo que ya no podía caminar y la Hna. Mª del Carmen se quedó con él.
Sé que en el camino hay trozos de subida en el que llega el cansancio y la desesperación de no llegar, y es cuando pedimos fuerzas de Quién sólo nos las puede dar: Jesús. En este camino Él estuvo presente en todo momento, desde que iniciamos la subida hasta el regreso en la bajada pues lo encontramos en lo pequeños detalles como: en el saludo y la guía de las personas que subían o bajaban del cerro, en la naturaleza, en los compañeros que iban adelante y nos ayudaron a continuar la subida, los que iban en medio y entusiasmaban el camino, los que iban atrás haciéndonos ver que podrían necesitar ayuda… Y, por supuesto que, en la Palabra, en la Cruz y en la Oración
Durante el camino y hasta lograr la meta propuesta, la gran recompensa fue admirar maravillosos paisajes de nuestra naturaleza: la grandeza de los árboles, los pajarillos, los montes vecinos de la Ajusco y por supuesto la vista lejana: el Popocatépetl y el Iztaccihuátl.
Un gran día, con bonitas experiencias y una gran aventura!!!

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