martes, 24 de diciembre de 2013

¡Feliz Navidad!

    Hace algo más de dos mil años nació un niño chiquito en una aldea perdida de Israel, cuando aquel país estaba sometido bajo el Imperio Romano. Nada especial hubiera tenido aquel acontecimiento si aquel niño no hubiera sido el Salvador, el Hijo de Dios.
    Con aquel niño nacía una esperanza para el mundo entero, porque mirando a aquel niño, nos damos cuenta de lo importantes que somos para Dios. ¡Dios nos ama y nos ha regalado lo mejor de sí mismo, a su propio Hijo!
    En Navidad celebramos el nacimiento y la infancia de aquel niño, pero no lo hacemos como un hecho del pasado, sino como un acontecimiento actual, que sigue siendo un motor de vida nueva para todos y cada uno de nosotros: cuando escuchamos su Palabra, cuando celebramos la Eucaristía, cuando nuestra existencia está movida por el Amor, con mayúsculas.
    En estos días, "vayamos a Belén", acerquémonos a Jesús, que sigue vivo y presente en medio de los que creemos en él y continúa bendiciéndonos con su Espíritu, para que seamos como él mismo fue. Él sigue siendo nuestro compañero de camino, aunque en ocasiones no nos demos cuenta, y sigue inspirando en nosotros, con su gracia, lo mejor de cada uno.
¡Feliz Navidad!



No hay comentarios:

Publicar un comentario