sábado, 17 de enero de 2015

Oración de los consagrados y consagradas


Dios de Abrahán, de Isaac y de Jacob, Padre de nuestro Señor Jesucristo y Padre nuestro, acoge la oración que te presentamos. Mira con bondad nuestros deseos y ayúdanos a vivir con pasión el don de la vocación.

Tú, Padre, que en tu proyecto gratuito de amor nos llamas, en la estabilidad o en la itinerancia, a buscar tu rostro en el Espíritu, haz que seamos memoria tuya: sea fuente de vida en la soledad y en la fraternidad, y podamos ser, en nuestro tiempo, reflejo de tu amor.

Cristo, Hijo de Dios vivo, que caminabas por nuestras calles casto, pobre y obediente, compañero nuestro en el silencio y en la escucha, mantén en nosotros la pertenencia filial como fuente de amor. Haz que vivamos el Evangelio del encuentro: ayúdanos a humanizar la tierra y a crear fraternidad, llevando las fatigas de quien está cansado y no busca más, la alegría de quien espera, de quien busca, de quien custodia signos de esperanza.

Espíritu Santo, Fuego que ardes, ilumina nuestro camino en la Iglesia y en el mundo. Danos el coraje del anuncio del Evangelio y la alegría del servicio en la cotidianidad de los días. Abre nuestro espíritu a la contemplación de la belleza. Custodia en nosotros la gratitud y la admiración por la creación, haz que reconozcamos las maravillas que tú realizas en todo viviente.

María, Madre del Verbo, vela sobre nuestra vida de hombres y mujeres consagrados, para que la alegría que recibimos de la Palabra llene nuestra existencia, y tu invitación a hacer lo que el Maestro dice (cf. Jn 2, 5) nos encuentre activos intérpretes en el anuncio del Reino. Amén. 

Papa Francisco
Año de la Vida Consagrada


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